jueves, 14 de mayo de 2020

Carta de despedida del CEP
Úbeda, 10, Julio de 2014
Hola, amigas y amigos, compañeros y compañeras: El pasado 21 de junio tomé la
decisión de no presentar el proyecto para la asesoría de E. Infantil junto a mi
curriculum y así poder seguir en el CEP, si superaba el proceso selectivo, que se
estaba realizando en estas fechas.
Hoy, ya a diez de julio, antes de recoger mis cosas acumuladas durante estos
ocho años y después de haber terminado todas las actividades de formación de este
curso que he desarrollado, os escribo para cerrar este ciclo, interesante tanto en lo
personal como en lo profesional y por supuesto en lo emocional.
No ha sido fácil, para nada. El proyecto casi lo tenía pergeñado, y casi estaba
convencida de que mi propia incoherencia era un acto de responsabilidad profesional.
Me explico, cuando presenté en 2006 el proyecto sabía que sería para ocho años,
sabía también que volver a la escuela después de este periodo era lo más idóneo
para cualquier profesional que se dedica a asesorar al profesorado, puesto que las
aulas y las escuelas, como seres vivos que son, cambian, crecen, se modifican y
tantos años fuera de éstas nos aleja y distancia, nos coloca en un lugar inadecuado,
casi estratosférico, pero a pesar de saberlo y defender esta postura en los últimos
meses (abril, mayo y casi junio), dudé y empecé a hacer mi proyecto. En la
introducción de éste, que no he presentado, escribía lo siguiente:
“La incoherencia es, a veces, una virtud, pues nos hace romper con nuestras
ideas más férreas y actuar en contra de lo que se piensa y se ha hecho, digo esto
pues hace ocho años, cuando me presenté a este puesto de trabajo al que de nuevo
me presento, pensaba que ocho años eran suficientes y necesarios para desarrollar
una labor, también durante estos ocho años he vivido pensando que volvería al aula,
cuando acabara mi periodo de ejercicio, pero ahora en este mes de mayo, en el que
realizo este proyecto, y cuando acaba de salir el borrador de la convocatoria, pienso
que, precisamente, cuando mejor situada me encuentro para desarrollar este trabajo
es ahora, pues en estos ocho años no solo he aprendido mucho sobre metodologías
y sobre aspectos curriculares de la E. Infantil, sino que además he aprendido mucho
sobre cómo se realiza la asesoría en un CEP como el de Úbeda, con sus limitaciones
y sus ventajas.
En estos ocho cursos he vivido realidades complejas, no tanto en el campo de la
formación y del asesoramiento a grupos y centros, sino en el día a día, en las
relaciones profesionales y personales dentro y fuera del CEP, en estos ocho años
han sido torrentes de ilusiones las que caían como torres de arena envueltas en
burocracias, documentos estériles, reuniones con y sin sentido, órdenes con y sin
criterio, decisiones imparciales o parciales, pero también han sido montañas de
sueños que crecían y se hacían realidad a diario: ver como se gesta y crea una
comunidad de aprendizaje, cómo se implanta y desarrolla una biblioteca de centro,
como se potencia la equidad y la solidaridad en un colegio, como las compañeras y
compañeros de E. Infantil proyectan un trabajo con el alumnado para una feliz
escolarización, cómo te agradecen el cariño y la ilusión que le has puesto al
acompañamiento y al asesoramiento a grupos de trabajo…
Por eso, creo que estoy en mejores condiciones para afrontar una nueva etapa,
una nueva etapa que nace con un nuevo marco teórico donde seguramente la
institución y yo hayamos aprendido de nuestros errores y tengamos en nuestras
alforjas mejores propuestas para conseguir prácticas de éxito en la Formación del
Profesorado. Es en este momento en el que pienso qué debe contener mi proyecto,
qué se me pide, para qué lo hago. Y busco y releo el que presenté en 2006, y estas
preguntas empiezan a tener respuesta.
Debe contener lo que me piden. Epígrafe a epígrafe iré contestando lo que sé, lo
que pienso, lo que quiero hacer si consigo pasar el proceso selectivo. Pero entonces
me surgen otras preguntas con sus respuestas y sus dudas: El proyecto de 2006
sirvió para superar un proceso selectivo, fue leído por un tribunal, puntuado,
defendido y puntuada mi defensa. Después nadie y nunca en ningún momento,
durante estos ocho años, me ha pedido que lo lleve a cabo, que lo comparta con el
grupo de asesores y asesoras, ni a mí ni a ningún asesor/a. El proyecto en sí es un
conjunto de ideas y de propuestas que murieron en el mismo momento en el que
ocupé el puesto de trabajo. Y así me avanza más la propia incoherencia del sistema y
la mía propia: me piden que haga un proyecto para superar una prueba, lo mismo que
hacen los maestros “malos” en el sistema educativo, que aplican pruebas a su
alumnado, no para evaluarlos (Miguel A. Santos Guerra, la evaluación como mejora)
sino como promoción y yo lo hago, con todas mis energías, con todo mi ser y esa
“gran” obra en coste personal y profesional tendrá una vida efímera, como las
mariposas de la luz, mientras se lee. Imaginemos un Centro Educativo que, después
de realizar toda la documentación que la Administración Educativa le pide, la
guardara en un cajón e hiciera lo que viene haciendo año tras año. Así me siento yo
haciendo este proyecto.
Y es que en estos ocho años, nadie, nadie, ni siquiera la dirección, ha revisado mi
proyecto, para ver si lo cumplía, si lo llevaba a la práctica, si se alejaba de la realidad,
si era una visión que soportaba sólo el papel y no la aplicación. Es más, he llevado a
cabo muchas propuestas con la ayuda y colaboración de una compañera de asesoría,
Josefa López Chaves, que no ha estado ni está exenta de crítica ni de impedimentos.
Yo, ahora, releyéndolo, reinventándolo, me doy cuenta de que sigue siendo válido
para volver a presentarlo y no lo voy a hacer porque creo que ni yo soy la misma, ni el
CEP de Úbeda tampoco, ni siquiera el Director, que es el mismo que estaba y ha
estado en estos ocho años. Todo cambia y por eso cambiaré mi proyecto. Voy a usar
como referente el de mis compañeras de Jaén y Linares, que lo han presentado en
este curso y me lo han dejado para que me sirva de guía. También he de decir que
para hacer este proyecto he querido tener la fuente de información del proyecto de
dirección del actual director del CEP y, aun pidiéndoselo públicamente en una
reunión, no se me entregó, cuestión que me hace confirmar mi intuición referida a que
hacer un proyecto tiene un fin en sí mismo, pues después nada de lo que escribas
servirá ni como referente, ni como elemento para su análisis crítico y reflexión
compartida.
Así que seguiré mis huellas y las de mis compañeras, la bibliografía, mucha por
cierto, que he conseguido tener y lo que he aprendido en este ejercicio profesional,
pero no sólo estos últimos ocho años, porque también lo condiciona mi propia
historia, como maestra, como alumna, como mujer, como madre… por eso quiero
destacar algunas cuestiones:
- los quince años de instrucción, escuela y educación como alumna (1965 - 1980),
los casi treinta y tres como maestra (1981-2014), mi propia formación permanente a
través de diferentes actividades y acciones formativas, cursos, jornadas, encuentros,
seminarios permanentes… , las reflexiones compartidas y contrastadas, con las de
otras maestras y otros maestros, en los Grupos Pedagógicos, lo aprendido y vivido
desde el 84 al 86 cuando intervine activamente, con un colectivo amplio de
compañeros y compañeras, en su mayoría de los MRPs, para crear el CEP de
Úbeda, mi paso por la universidad, estudié en la UNED, Ciencias de la Educación,
mis dos años en los equipos de orientación en el EPOE de Orcera, mi participación
en diferentes movimientos asociativos, tanto feministas como sindicales, políticos,
culturales, ciudadanos: Aznaitín, Malión, Comisiones Obreras, Asociación de Mujeres
Violeta, Grupos Pedagógicos…, mi paso por la política activa en el Ayuntamiento de
Úbeda y en la Diputación de Jaén, mi primer contacto con la Asesoría, estuve en el
92- 93 y 93-94 en el CEP de Úbeda, como asesora de primaria, el trabajo en
Educación de Personas Adultas en dos momentos muy diferentes a principios de los
80 y de los 90, en el IES Los Cerros, durante dos años siendo la tutora de un
Programa de Garantía Social , el trabajo en E. Infantil desde el 2002 al 2006 y…
estos ocho cursos pasando por responsabilidades diferentes, desde Bibliotecas
Escolares, Profesorado Novel, Proyectos de Carácter Especial, Coeducación,
Comunidades de Aprendizaje..
Seguramente, perdí algunos años, de estos 54, en los que no aprendí nada, pero
aquí reflejo algunos de mis aprendizajes, de los que me orientan el camino
profesional.
Que a amar se aprende amando, que a leer y a escribir también.
Que los mejores maestros y maestras son los que tienen brillo en los ojos cuando
enseñan, cuando crean verdaderas situaciones de aprendizaje.
Que no aprendí a leer cuando me enseñaron.
Que los cuentos y las cuentas siguen la misma rutina y te llevan al sueño.
Que la mejor motivación para hacer algo, a veces, no es la intrínseca, estudie latín
para que el profesor más guapo del mundo se fijara en mí.
Que las buenas compañías ayudan a llevar mejor las cargas y a hacer bien el
camino.
Que en los libros y en Internet está casi todo. Casi todo aunque a veces el amor,
el odio y el miedo no se parezcan a lo que sentimos.
Que no se puede trabajar, ni aprender ni cambiar si la cabeza y el corazón están
en otro lugar, si tienes hambre, amor o sueño.
Que lo que recuerda el alumnado del profesorado son las veces que los has
hecho feliz.
Que los charcos están para pisarlos y que no hay charcos si no llueve, pero que
siempre se pueden fabricar con litros de agua o con millones de lágrimas.
Que había aprendido a sumar haciendo los recados de mi casa y a resolver
problemas, también matemáticos, con las tareas que mi padre y mi madre me hacía
realizar.
Que los juegos, en mi calle sin asfaltar, me siguen marcando las estrategias que
uso para seducir a mi alumnado
Que no hay nada peor que pensar que te están entendiendo quienes te están
escuchando, porque “Sólo se ve lo que se mira y solo se mira lo que se sabe.”
Que lo que le pido a mi alumnado es lo que le pediría a mi hija y lo que le doy,
también.
Que sólo lo bueno es mejor para los niños/as, como dice Javier Gordillo que dijo
un pedagogo musical: KodalyZoltán 1882-1967
Que el éxito profesional no acompaña siempre al éxito personal.
Que he aprendido más leyendo pedagogía para fundamentar mi práctica que
estudiando magisterio y ciencias de la educación.
Averigüé leyendo el Clan del Oso Cavernario que el sistema decimal venía como
consecuencia de tener dos manos y un cerebro que ordena, o en una revista
divulgativa aprendí que en la Revolución Francesa inventaron el sistema actual de
medida (metro, kilo, etc.) para evitar los abusos en las transacciones económicas,
sobre todo, de quienes más tenían.
Que la duda y la curiosidad son madres del aprendizaje y la paciencia y la
previsión son las madres de la enseñanza.
Que una buena conversación, después de una cena, en un viaje cualquiera, en la
puerta del Hospital de Santiago, puede convertirse en toda una actividad formativa, si
escuchas más de lo que hablas.
Que mi mejores maestr@s han sido mis alumnas y mis alumnos, y que las
mejores “conferencias didácticas” me las dio esa mujer que un día fue niña, mi hija.
Ahora tiene sustituto: mi adorable sobrinonieto.
Que cuando explicas lo que crees saber, aprendes lo que no sabías.
Que en “Como una novela” de Daniel Pennac hay más conocimiento pedagógico
aplicado a las aulas que en muchos libros específicos.
Y que la escuela puede convertirse en el mejor reformatorio tal y como lo describe
Almudena Grandes en “Las tres bodas de Manolita” y ocurrió aquí en nuestras
escuela en un tiempo no muy lejano.
Que practicar el amor, como la lectura, como la docencia, como el deporte casi
siempre es gozoso, aunque a veces produzca cansancio.
Que muchas canciones me dibujan el recorrido para sentir en la vida, en la
profesión, léanse como píldoras curativas o preventivas:
“¿Me escucharás, me buscarás, cuando me pierda y no señale el norte la estrella
polar?”, de Ismael Serrano.
“Amar la trama más que el desenlace”, de Jorge Drexler.
“Así que no andes lamentando lo que pudo pasar y no pasó. Aquella noche que
fallaste, tampoco fui a la cita yo”, de Joaquín Sabina.
“No quiero un final feliz sólo quiero serlo”, de Zahara.
“No quiero un universo de cartón”, de Miss Caffeína.
“Que el pensamiento no puede tomar asiento, que el pensamiento es estar
siempre de paso...”, de Luis Eduardo Aute.
“De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan
escurridizo que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo”, de Joan
Manuel Serrat.
“Guárdame también la duda”, de Javier Rubial.
Esto son cosas que aprendí, me faltan muchas por aprender y otras muchas que
mal aprendí y estoy empezando a olvidar...
Pero volviendo a mi despedida, los últimos acontecimientos de mayo y junio, la
gran mayoría a nivel personal, han cambiado mi rumbo y no ha sido fácil tomar la
decisión, me ha costado alguna lágrima, hasta alguna noche con sueños leves y
largas meditaciones... Me ha costado aumentar el estado de mal carácter e
irritabilidad o de malhumor permanente, el desahogarme comiendo o el correr sin
medida mientras cantaba “ocho años no es nada, si feliz la mirada”…
Tomar decisiones no es fácil, más si tienes compañeras y compañeros que te
dicen "eres muu tonta..." con el ánimo y el cariño de que vuelvas a presentarte.
Incluso algunas compañeras, que me han dejado su proyecto de hace unos meses,
que me han llamado y animado... o compañeras de profesión, que me entregaban sus
memorias de Grupos de Trabajo o Formaciones en Centros, pidiéndome que
continuara. Ha sido difícil colocar los pros y los contras de cada trabajo, discernir qué
es lo que quiero para ser feliz, no para tener éxito profesional, no para recibir halagos,
no, para eso no, sólo para intentar disfrutar de mi profesión y hasta del cansancio de
ejercerla con criaturitas chicas que exigen toda mi atención. Disfrutar de un día de
campo, de una salida a echar una carta, de una canción, de sus primeras palabras
escritas. Disfrutar y sentir que soy capaz de controlar mi emoción por ser y por estar.
Y a veces pensaba en lo que dice la canción "que no se ha de volver al lugar
donde has sido feliz"...Y yo desde 2002 a 2006 disfruté cada día en el aula, con el
alumnado y con sus familias, del conocimiento compartido, de crecer juntos, de reír,
de saltar, de cantar, de bailar, de enseñar, de aprender, de vivir... Con mis
compañer@s de E.Infantil, con el maestro de música, con los apoyos, con la
monitoria reí, comí, bromeé, aprendí a defender infantil... y no siempre con el mismo
punto de vista, pero siempre haciéndolo desde el corazón. De aquellos años guardo,
sobre todo, que tenía mucha ilusión por trabajar, antes, durante y después de las
cinco o seis horas en el aula. Los conflictos, pocos, también me aportaron, aunque
alguno lo viviera con ansiedad o angustia,... pero tengo tantos recuerdos positivos,
aprendí tanto, disfruté tanto... Que aunque ahora no vuelvo a ese lugar, por supuesto,
ese es irrepetible, vuelvo a un sitio dónde sé que puedo ser feliz y que va a depender,
fundamentalmente, de mí.
Estos ocho años en el CEP he compartido con muchos compañeros y
compañeras muchas satisfacciones, muchas risas, he aprendido cantidad de cosas.
He disfrutado viendo crecer semillas o tallos pedagógicos que parecían dormidos…
He podido contrastar mis ideas pedagógicas con gente estupenda, inteligente y muy
trabajadora, compañeros y compañeras del CEP y de la profesión, y profesionales
expertos que venían como ponentes. Aprender y aprender, pero, lo que más he
aprendido es que la solidaridad y el compañerismo son las mejores medallas que me
puedo poner, que nunca, nunca me pondré por encima de nadie, que nunca, nunca
me quedaré en silencio ante lo que yo entiendo que es una injusticia y que la
Formación del Profesorado es un derecho y un deber casi, casi, sagrado.
Animo desde aquí a los que continúan, a quienes se presentan, a que hagan
público su proyecto, el primer día, sin que se lo pida nadie, que lo compartan con los
compañeros y compañeras; estoy convencida de que habrá muchas coincidencias,
muchos caminos recorridos y sobre todo, nos dará la medida de lo que somos y de lo
que queremos y será más fácil hacer, construir, renovar un proyecto compartido, si
todos, encima de la mesa, enseñáis vuestras cartas en septiembre, vuestros
proyectos y los hacéis compartiéndolo con aquellas y aquellos que estamos en
nuestras escuelas, institutos o colegios esperando, como agua de mayo, que nos
echéis una mano.
Os copio aquí un trocito que leí hace poco tiempo y que daba significado a ese
proyecto (dormido y encantado como un cuento) y que no he presentado. Es de una
noticia que apareció en el pasado 8 de mayo en el periódico el País: “Más de 80
expertos critican en una carta que las famosas evaluaciones internacionales PISA
modifican los sistemas educativos solo para salir bien en la foto. 64 países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE) se someten a
las pruebas PISA. Rechazan los 83 grandes expertos internacionales —la mayoría
estadounidenses y británicos— que las pruebas las celebre la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos, pues la educación a su juicio no tiene solo
como objetivo garantizar el empleo del alumno, sino formar a un ciudadano capaz de
participar en la vida democrática de su país y en la toma de decisiones. Preferirían
que fuese la UNESCO o la ONU, órganos supranacionales que tienen entre sus
objetivos la mejora de la educación en el mundo, las encargadas de evaluar a los
adolescentes.” Y siguiendo en esta línea, también quiero resaltar lo que Carmen
Rodríguez, del departamento de Didáctica de la Universidad de Málaga dice: “La
política de competencias de la OCDE es de 1995 y se basa en la lógica de la
economía, el mercado y la competitividad de Europa. Se invierte en capital humano para reducirlo a rendimiento en el trabajo y a la Competencia entre estudiantes,
centros y países”. Rodríguez echa de menos una formación integral. Y me despido,
sí, con un hasta pronto como dirían mi amiga Paqui Latorre y mi amigo Esteban

Casado.
Si habéis llegado hasta aquí leyendo, tenéis mucho mérito, pero también sabéis que podéis contar conmigo, que conocéis mi paradero y que soy una maestra fácil, que le gusta colaborar en esto de transformar la educación en esa utopía que dice: Una
escuela pública que haga felices a las personas que están en ella, una escuela
pública que convierta el aprendizaje y el desarrollo en bienestar.

Vuestra siempre,
Benita Isabel Campos Alcázar.

martes, 24 de noviembre de 2015

Voy a escribir lo que estoy viviendo en mi aula, que no en mi centro y no en mi ciclo... y voy a intentar hacerlo con cierta frecuencia...
Llego todas las mañanas con unas ganas inmensas de echar unas horitas “trabajando” con mis niñas y mis niños de tres y cuatro años y dentro de poco todos serán de cuatro y cinco años... Llego feliz porque se me presentan quince retos, quince vidas... porque cada cual, diferente y único/a, me da la energía que necesitan mis cincuenta y cinco años para afrontar esas cinco horas... A veces me superan las circunstancias y me olvido de su corta edad y espero de ellos y de ellas que sepan diferenciar los distintos momentos en los que me quiero situar, ahora en serio, ahora en broma, ahora alegres, ahora respetuosos... y claro pierdo los pocos papeles que tengo, subo la voz, los sujeto... Pero lo mismo que los pierdo los recojo y me centro, cuento para atrás como si el cohete que llevo dentro no fuera a despegar...
Cada día es diferente, como un regalo, por eso, y aunque intento que no se me olvide nada de lo que se supone tienen que aprender, sobre todo, intento, y a veces lo consigo, que se agarren a la ilusión por aprender, por contagiarse de la sorpresa, de la investigación... de la solidaridad, intento que no pierdan su curiosidad y su inocencia, que no tengan miedo a equivocarse, que la goma se pierda en mi bolsillo, porque no se puede borrar lo que se ha hecho, porque no hay fracasos, que los errores no se borran, que los errores son peldaños para aprender...
Cada día escribimos, contamos, dibujamos, cantamos, recitamos, escuchamos, leemos, pintamos, hablamos, entrevistamos...
Las familias entran al aula y son parte del aprendizaje, son un eslabón fundamental en la clase, sin ellas seríamos peores, sobre todo la maestra... Cada día, como mis niñas y mis niños, intento que sea diferente y único, que nos digamos lo que sentimos, pensamos... Intento que las emociones se produzcan, que el arte plástico, musical, dramático entre por cualquier rendija... la pizarra digital nos ayuda... las aportaciones de las niñas y de los niños que son la levadura de este pan que cada día fabricamos...
Hablamos de la vida y de la muerte, de recetas, de comidas, de cuentos, de nanas, de la naturaleza, de pintores y pintoras, de músicos y de músicas... Escuchamos pop, rock, clásica, folk... y la bailamos, la cantamos... hablamos de nuestro pasado... sobre todo el del alumnado...
Jugamos con nuestro cuerpo, nos subimos y nos arrastramos, nos escondemos, nos disfrazamos... hacemos corro, hacemos filas, estatuas... ocupamos mucho espacio y nos abarrotamos... Nos abrazamos, nos besamos, nos masajeamos... hasta nos echamos, algunas mañanas unas relajaciones, casi siestas...
Este curso, retomamos la propuesta de protagonista en el aula y a diferencia con el curso pasado, que lo dedicábamos al presente, en este curso vemos el pasado: Todas las personas hemos sido bebés, y cada semana, un alumno/a además de ser el encargado/a de las principales tareas es también el sujeto-objeto de estudio de cuándo eran bebés... Los y las familiares más cercanos acuden al aula y son entrevistados por el alumnado. El curso pasado la entrevista fue mejorando día a día... y en las cuatro entrevistas que llevamos hemos avanzado mucho, todas y todos participan, casi no repiten preguntas y las respuestas son recordadas con más facilidad. Conocemos en profundidad a un alumno/a y sobre todo sus familiares más cercanos (padre, madre, abuelos, abuelas) disfrutan conociendo la clase y lo que se hace en ella, y sobre todo, a los compañeros y compañeras, a la maestra...
Y aunque disfruto mucho de casi todo lo que hago, me pesa todo el material inútil que la familia ha comprado, casi dos cientos euros por niño/a... Este material llena casi toda la mañana y aunque lo completamos, rellenamos orealizamos de forma lúdica y sin imposiciones, carece de valor en su aprendizaje... Como mucho me ayuda a medir lo que hacen, pero como ya sabemos, por mucho que midamos no crecemos más.
Son muchas las anécdotas que se producen y que me gustaría recordar, voy a intentar escribirlas y llenar este blog...

domingo, 10 de febrero de 2013

Un saludo:
Desde este blog voy a intentar crear un rinconcito para contar lo que ocurre en mi aula.
Es solo un rincón, no pretendo más.
Un rincón para charlar,
para contarnos nuestros avances,
para cuchichear lo último aprendido,
para ver, oír, escribir, leer lo que vayamos haciendo..

Un rinconcito en internet para seguir avanzando por este mundo tan interesante que es el trabajo en educación infantil.